Un día me tomaré un café con mi subconsciente y le explicaré lo hijo de puta que puede llegar a ser.
3 años después. Tres.
Él tenía un concierto y yo iba
sin decirle nada a verlo.
Ahí estaba, tan brillante como
siempre, llenando el escenario sin necesidad de ser grande él.
Iba con ese vestido que tanto te
gusta-ba, el negro de la espalda descubierta, tacones y el sombrero negro que
me diste aquel verano que comenzó mi sueño.
Sentada en la mesa del fondo,
entre oscuridad y cerveza.
El concierto terminaba. Vosotros
recogíais y yo me acercaba a hablar con tu familia. De espaldas a ti, qué difícil
era mirarte a los ojos sin ese vuelco.
Me rompía. Me recomponía.
Te acercabas, me giraba, te
ponía el sombrero, te daba un beso en la mejilla mientras te apretaba con
cariño el brazo y te abrazaba.
Me besabas, y yo huía.
Me
besabas y yo me dejaba.
Y el sombrero sigue en mi
armario deseando ser usado.